¡Los cereales integrales son saludables y sin refinamientos! Naturalmente. Las harinas de trigo, espelta y centeno obtenidas del grano intacto triturado aportan una gran cantidad de vitaminas, minerales y fibra.
¿Pero las variantes refinadas sin salvado ni germen son totalmente inservibles o incluso nocivas? ¿Eso es verdad o completamente falso?
Por suerte, nuestro organismo es capaz de tolerar más compromisos que algún que otro experto de la nutrición: nuestro cuerpo se alegra también por cosas más o menos sanas si es capaz de tolerarlas bien. Y es que no todos los estómagos toleran el cereal integral, pudiendo dar lugar a pesadez y dolor de estómago en casos de personas más sensibles. Por tanto quien prefiera el pan normal por esta razón puede seguir disfrutando de él. Y es que afirmar que las harinas refinadas están compuestas exclusivamente de carbohidratos “vacíos” es un error integral.
Una comparación para tranquilizarnos: La harina refinada (tipo 405 y 550) aún contiene aprox. un tercio del contenido en minerales del cereal integral, cantidades respetables de vitamina B y con ello muchos sustancias amiláceas y fibras, que se pueden denominar como tales incluso de acuerdo a la normativa UE más estricta. El hecho de que estas cantidades superen en más del 3% a la mayoría de frutas y verduras es algo a tener en cuenta.