¿Pescado guisado? ¡Qué asco! ¿Yogur? ¡No me gusta! ¿Coles de Bruselas? No, gracias.
La neofobia o miedo a lo nuevo está muy acentuada en los niños y sólo se comen lo que ya conocen. Siguiendo el lema “nada de experimentos”, los peques suelen preferir aquello que se les pone con más frecuencia. Además, las costumbres alimenticias de la madre durante el embarazo y la lactancia suelen marcar las costumbres alimenticias de sus hijos. Si a la madre le gusta el ajo o el picor del chili, los pequeños luego disfrutarán con las comidas bien especiadas.
Los alimentos o recetas nuevas y desconocidas es algo que no es del agrado de niños y jóvenes. Y es que esta conducta está grabada en nuestros genes: desconfiar de lo nuevo es algo que protegía a nuestros antecesores frente a sorpresas desagradables. ¿Pero qué hago si los enanos siempre quieren comer lo mismo? Evite los sermones y sírvase del efecto de exposición repetitiva. Los científicos han descubierto de que los pequeños se atreven a probar algo nuevo cuando se les ha mostrado antes aprox. 10 veces.
Así que, queridos padres y madres, no se dé por vencido y ofrezca repetidamente pequeñas muestras. En algún momento, los peques acabarán probando y disfrutando de la nueva comida.